The Brave Kate

Kate Alexia Gray

Descripción psicológica

Kate siempre fue una persona animada y positiva, o al menos eso intentaba ser, siendo lo único que la ayudaba a sostenerse en su asquerosa vida. Siempre suele decir que encontrarle el lado más positivo a las cosas ayuda a no pegarse un tiro en medio de la sien, aunque muchos de sus alumnos ni saben que es un tiro. Suele estar de buen humor, demostrando lo mejor de su persona, pero todo el mundo sabe cuan jodida puede ser si te metes en su camino o te cruzas en su cabeza. Es una persona osada, valiente y arriesgada; lo que más le gusta es la adrenalina, dice que eso le hace sentir con vida y eso es lo que intenta enseñarles a sus estudiantes, llevándolos al límite.

Es una persona de confianza pero desconfiada, nunca dice la completa verdad y nunca contará cosas realmente relevantes de ella. Si le confías un secreto lo guardará, a menos que crea que el secreto atenta contra las vidas de muchos o es algo demasiado importante como para llevarlo a la tumba. Siempre se deja llevar por su instinto, muy pocas veces ha traicionado a alguien, pero si lo ha hecho ha sido por un bien mayor, logrando contradecirse pero sin llegar a arrepentirse al final del asunto.

Es fuerte, física y psíquicamente, ella dice que su vida la ha entrenado a ser así y que quizás eso sea lo bueno de sus días pasados. Su personalidad fue forjada en un ambiente que la pulió del modo más duro y rudo, por lo que de ella no se puede esperar delicadeza ni fragilidad, aunque por dentro podría ser de cristal. Es una mujer que no llora frente a la gente, que aguanta los golpes y los sentimientos, cada situación la maneja con rigidez, aunque por dentro lleve una guerra ella intentará suprimir la mayor parte del dolor y de la carga en su interior, por propio orgullo más que por el bien común.

Descripción física

Historia

Nacida en los barrios bajos de Ohio, se crio en un ambiente hostil, de pura supervivencia. El barrio era peligroso y su casa también. Un ama de casa desempleada y desinteresada, bajo la mano dura de un alcohólico que no sabía nada más que hacer más que tomar y mirar televisión. Su día a día era una supervivencia del más poderoso, del más arriesgado, debía demostrar que ella era valiente y aventurera como los otros niños del barrio para ser aceptada y no apaleada como muchos otros. Siempre fue silenciosa e inteligente para poder observar esos detalles y adaptarse al ambiente. Los primeros años era solo saltar cajas y jugar en la calle intentando no ser atropellados por un auto mientras intentaba tomar la bola de beisbol antes que caiga al suelo, para poder marcarle un fuera al equipo contrario, ganándose aplausos de sus pequeños líderes, mientras en otras horas se dedicaban a robar alguna fruta de las verdulerías y correr con gracia, pensando que aquello solo era diversión.

Al pasar el tiempo, los meses, esos robos se hicieron más severos, comenzando a saquear carteras o billeteras sin que la gente se diera cuenta, algo por lo cual ganarse el día de descanso de los golpes y los gritos. Su madre había entrado al alcoholismo al caer en la desesperación y desesperanza, mientras su padre se adentraba en la droga y las malas juntas, siendo consciente la pequeña Kate de todo aquello. No era tonta, nunca lo había sido, muy astuta para su edad y más aún para su familia.

La curiosidad llamó a la puerta y creció de un modo inocente que Kate nunca había experimentado, pensando si aquello podía ser la niñez que muchos otros experimentaban. Una lechuza se había posado en el pórtico de su casa, donde ella revotaba una pelota contra la acera, sin querer entrar a casa, ese día no había conseguido dinero. Cogió la carta que se le fue arrojada y al ver su nombre en ella, sus mejillas se sonrojaron demostrando la excitación de aquello, nunca había recibido una carta, pero conocía de ellas, sabía leer, había aprendido por su propia cuenta, como muchos otros de los niños de allí. Entró corriendo a la casa, chillando de alegría y sorpresa por lo que la carta decía, cosas imposibles para su mente, su imaginación. La carta fue quemada y ella fue golpeada.

Las cartas siguieron llegando y su cuerpo siguió siendo golpeado, por cada carta un golpe y ese año fue perdido. Al año siguiente las cartas volvieron, pero ella ya había aprendido del error, tomó sus cosas y se alejó, huyendo por primera vez de su casa y de su familia, dándose cuenta que nunca los extrañaría. Caminó por mucho tiempo viviendo en la calle, sabía que le quedaban unos meses para conseguir llegar al lugar de destino, pero antes de poder seguir con su camino y objetivo una parada en New York, algo que la ayudaría y cambiaría para siempre. Un hombre, un joven hombre la encontró durmiendo en un callejón, con una manta sobre ella, la mochila a cuestas y la carta en sus manos, siempre la leí antes de dormir, para recordar su objetivo y seguir su travesía. El hombre se sorprendió, una niña de la calle siendo llamada a Hogwarts no era algo de todos los días. El hombre la despertó y ella sorprendida y agitada lo golpeó y huyó, no llegó muy lejos antes que el hombre la tomara de la mano, la niña se quedó hipnotizada, su brazo estaba lleno de tatuajes, algo que terminó por serle completamente hermoso.

El hombre era un mago, un hombre llamado Alexei, quien no solo había estudiado allí, sino que él había abandonado su condición de mago, pero no podía darle la espalda a una joven perdida. El hombre le habló de toda la comunidad y de lo que ella debía hacer, le mostró sus libros y la preparó para asistir al lugar, ella tuvo una sola pregunta a todo lo que él decía «¿Duele mucho eso?» Alexei la comprendió, no era una pregunta, era una petición. Él sonrió y negó llevándola a su local, sentándola en la silla y preguntándole que quería. Dejó ver su mano, estirada, ni siquiera temblaba y contestó asintiendo «un ojo que todo lo ve» y eso fue lo que hizo, nunca le preguntó por qué y ella nunca le contó tampoco. Con sus libros y aprendizaje emprendió camino a Hogwarts con ayuda de Alexei, sus manos temblaron al ver el tren pero ella era demasiado dura ya como para quebrarse, agradeció al hombre y comenzó su fuerte estudio en Hogwarts sabiendo que por culpa de sus padres, estaba atrasada un año.

Volvió una vez más a su casa, pero sus padres no estaban contentos y antes de recibir los recuerdos dolorosos de sus años pasados, huyó. Recordó exactamente donde se encontraba el local de Alexei y con él hizo un pacto. Ella trabajaría para él y él le daría galeones en vez de dólares, con ello podría seguir sustentándose en el mundo mágico y olvidar para siempre su vida pasada. Kate no lo dudó, aceptó y con los años ella mejoró y se graduó. Su cuerpo comenzó a llenarse de tatuajes como el brazo de su tutor, porque así lo adoptó y cuando llegó a los 17 años, en su madurez, decidió cambiarse el nombre. No quería su apellido, no quería su vida muggle, quería algo nuevo, quería renacer como un fénix con todo lo aprendido, recordando lo bueno y lo malo de ambas vidas, en un matiz de grises. Gray.

Aunque se haya adentrado en un nuevo mundo no todo su ser cambió, jugó quidditch profesionalmente por un poco tiempo, el deporte le devolvía la adrenalina que la mantenía cuerda, viva. Luego de aquello decidió postularse como profesora de vuelo, obteniendo el puesto, y con él, a sus pobres estudiantes.

●Felix Felicis●