Un pacifico baño... {Arthur S. Cacciatore }

Hoy me daría un gusto personal, dicen que los gustos de por si producen ganas de usarlos una y otra vez, en mi caso no sería como a todos, pocas veces me iba a meter en lugares como aquellos, pero lo hacía solo por el mero placer de tener un baño solo para mí por unas varias horas, así que investigando y moviendo contactos de aquí y allá, deje las horas libres para usar el baño poniendo un nombre que sabía no estaría por los baños a esas horas, aunque me arrepentiría de mi estúpida decisión de poner su apellido, pero eso no va al caso ahora...

Todos disfrutaban del día en las afueras, y el sol irradiaba "felicidad" así que hallaba la excusa perfecta para quedarse adentro, haciendo algo más de lo que no había hecho en mucho, relajarse... el camino para llegar a él no fue muy difícil, lo sabía de memoria, Izar podría entrar hasta una casa diferente y salir invicto del asunto sin que nadie advirtiera su presencia, y eso lo debía solamente a sus dotes de agilidad con los que practicaba diariamente.

Al encontrar el baño de prefectos, mágicamente escondido se metió adentro para ir directamente hacia el baño de espumas encendiéndolo con las palabras mágicas mientras quito el broche que sostenía su capa, quitaba su camisa, dejando caer su pantalón y quedar tal cual vino al mundo, ladeo el rostro al pensar que cualquiera podría venir... ¿pero quién vendría con un día tan atractivo en las afueras? toda idea de que alguien interrumpiera su digno baño ceso al instante de dudar y acabando con los estúpidos malos e intuitivos pensamientos se metió dentro de aquella gran tina llena de espuma y tranquilidad, tranquilidad de merlín... de aquellos que necesitan un descanso después de toda la mierda que llevan sobre sus espaldas, ni que fuera tan fácil compartir el aire con asquerosos sangre sucia...

Ya llevaba un buen rato ahí, descansando aireándose cuando un sonido interrumpió sus malditas ganas de tener un momento de intimidad ¿quién en su sano juicio se aparecería por esos lares? Izar no era de esconderse, jamás lo permitía bajo su propio orgullo de llevar un apellido de renombre... y salió de ahí rápidamente para ir hacia la ducha que quitara su espuma, una ducha bastante abierta si hablamos de espacio, ya que todo a su alrededor indicaba lujo y preferencias por la diferencia de ser un prefecto, al voltearse distinguió un rostro conocido...