Entre tejones y serpientes

Había llevado mis apuntes en la mano, era simplemente dejárselo a mi hermano, ya que quería ver algo sobre mi curso, aun no entendía que, pero seguramente era algún repaso que él necesitaba y claramente no tenía sus viejos papiros. No nos llevábamos de lujo, pero si necesitábamos cubrirnos las espaldas, al menos en los estudios, lo hacíamos con tranquilidad. Igualmente me parecía raro que me pidiera aquello tan repentinamente, ¿en serio quería ver a su “hermana fallida” caminar por las mazmorras con su león bordado cuando claramente era una deshonra para él y la familia? Suspiré y negué con la cabeza sin comprender, bajando las escaleras con rapidez.

Al llegar a las mazmorras me encontré con un pasillo plagado de gente, principalmente Slytherins, ¿Dónde estaban los tejones? Era mucho más agradable aquel pasillo con ellos que con un mar de serpientes acechantes. Me acerqué, esquivando los codazos y obviando las risas, hasta la entrada de Slytherin y ahí me apoyé y esperé a que saliera o quisiera entrar, estuviera donde estuviese, debía pasar por ahí, así era el sistema. Finalmente, la puerta se abrió y yo me paré más rígida, pero no me alcanzó el tiempo ni para abrir la boca que mis apuntes ya estaban en sus manos, diciendo un «puedes irte». ¿Tan seco ibas a ser? Le hice un escándalo, sin querer dejarlo entrar en su sala común, hasta que un compañero de él, molesto con mi presencia me empujó. Pude verlo, lo noté, hermanito, como parabas su brazo y le decías algo por lo bajo, al menos no me detestabas tanto. Vi cómo se adentraban y me dejaban sola, detrás, bufé y eché miradas furicas a muchas caras verdes que se encontraban por allí, alejándome de ellas, hasta chocar con una serie de barriles, se decía que tocando aquellos en un orden correcto se encontraba la entrada, en tantos años desde su creación nadie había logrado colarse allí. Sonreí entretenida ante la idea de lo que podrían tener allí dentro y acariciando con mi mano uno de los barriles me giré sobre mis pies para retomar mi camino hacia arriba, salir de las mazmorras, cuando me topé con alguien más.

Antes de verlo me sorprendí y tuve todas las ganas de pedir disculpas pero al ver que se trataba de Shin no pude evitar sonreír y saludarlo con simpatía —¡Shin! Qué bueno verte, entre tanta peste…—dije abrazándolo y mirando mal al resto de los Slytherins— Pues vine a dejar unas cosas a…—comencé a explicar cuando él mismo lo descifró, sonreí y asentí —Sí, a mi hermano. El muy desagradecido me ignoró por completo cuando tomó mis apuntes —comenté, quejosa, cruzándome de brazos y bufando, mirando hacia la sala común de ellos.

Muchos de aquellos verdes me miraron de reojo, sí, estaba hablando mal de ellos y de mi propio hermano ¿Cuál era el problema? ¡Métanse en sus asuntos! Fruncí el ceño y les saqué la lengua a un par, volviendo mi atención a Shin, frunciendo los labios levemente con curiosidad —¿Tu como estas? ¿Cómo estuvo tu día?— pregunté sonriendo levemente, llevando mis manos a mi espalda, entrelazándola una con la otra y haciendo un pequeño vaivén con mis pies, dispuesta a escuchar una larga respuesta. Ciertamente mi día había sido tranquilo por lo general de la mañana, quizás algo aburrido y luego fue decayendo entre el castigo, mi hermano y los Slytherins, pero Shin mejoraría todo, ¡no había tejón que no pudiera mejorar mi humor!

Me gustaba ver felices a los tejones, era como si su felicidad se extendiera por todo el lugar y te llegase, muy por dentro. Sin embargo la risa que había usado, aunque me alegraba, no era mi favorita, lo había escuchado reírse con muchas ganas otras veces en la tarde y había quedado enamorada de ella. Era… fresca, sonora y completamente sincera, me daba ternura, mucha más de la que él en general me daba siendo como era. Le sonreí y me detuve a mirarlo a los ojos mientras escuchaba lo que decía. No, nunca había visto esa película, en realidad no había visto películas muggles era muy difícil poder hacerlo en casa, había visto algo de televisión si visitaba a algún amigo hijo de muggle o algo así luego de insistirles mucho a mis padres, pero nunca algo en específico. Negué con la cabeza y escuché lo que decía, poniéndome a pensar, tenía razón.

Le sonreí con ternura ante su última negación, entendiendo a lo que iba; nunca había pensado que quizás mi hermano reaccionase así para que no hablasen de mí, no lo molestaran o no me molestasen… No había pensado en la otra cara de la moneda, una mucho más profunda e interesante, una que me gustaría creer, una a la que quería creer. Nuestra relación, así, sería mucho mejor… me sentiría más querida y aceptada en la familia. Volví a sonreírle, luego de mirar a un lado entre mis pensamientos y asentí —No lo había pensado de esa manera, vaya uno a saber ¿no?— pregunté retóricamente, sabiendo que ninguno de los dos tenía la respuesta y mi hermano no la daría. Luego lo miré sorprendida y me tapé la boca para no reír, ¿en serio estuvo haciendo eso? —Deberé ponerte una estrellita en el uniforme si eso es cierto, Shin— dije entre risas, mientras agregaba su segunda actividad, pasando a mirarlo con el ceño fruncido y tomándolo del brazo —¿Cómo es eso que practicaste piano y no me avisaste?— le reproché amistosamente —Yo quiero escucharte— pedí, para que la próxima vez me invitara a escucharlo tocar.

Me encogí de hombros ante su respuesta, era claro que la mayoría de los sangre pura no tenían ni idea de la vida muggle, sus costumbres y menos aún su televisión, eso me ponía un poco triste, porque nos hacía quedar como desinteresados, principalmente a mí, que me sentía atraída por aquel mundo pero no había llegado lo suficientemente profundo como para poder saber de sus culturas, su literatura y su televisión, así que sin poder hacer mucho más, solamente di un pequeño suspiro apenado por mi respuesta. Sin embargo, ante mi comentario sobre la familia y sobre mi pensar ante lo que él me contaba, pude escuchar algo más personal, sacándome esa pena y centrándome en la curiosidad por saber más sobre Shin, su relación con su hermana, por ejemplo, de la cual no tenía mucha idea aun hoy en día.

Vi que me mostraba sus pergaminos y sonreí aceptando la realidad —Ok, es bastante increíble pero aceptaré que te estas volviendo un tejón responsable— bromeé sacándole la lengua y riendo levemente, su risa era hermosa, contagiosa, me ponía de buen humor aunque me encontrara en las mazmorras, uno de los pisos que menos me gustaba en Hogwarts. Me sostuve de él aunque sintiera cierta incomodidad por su parte, ¿sería por la cultura? Quizás era de una cultura diferente, de esas cosas si sabía algo, aunque era algo vaga la idea que tenía sobre todo aquello. Escuché su pregunta y sonreí asintiendo, quería escucharlo y… ¿por qué no lo aceptarían en el coro? Pasé a soltarlo y tomarlo de los hombros con decisión —¿Por qué no te dejarían? Al contrario, supongo. A parte, se toma muy en cuenta que te guste la música, inclusive seguro cantas bien, aunque aún no te escuché— me quedé pensante, mirando a un lado antes de volver a sonreírle con confianza —Con preguntar no pierdes nada ¿no? Creo que sería estupendo verte en el coro— agregué alzando el dedo pulgar en aprobación. Luego ladeé la cabeza y fruncí los labios con curiosidad. Carraspeé —Este… Shin… ¿Cómo te llevas con tu hermana? ¿También te trata así como me trata Scorpius? —pregunté con algo de curiosidad y vergüenza a la vez, quizás Shin no quisiera hablar de ello y yo estaba interrogando como si nada fuera importante o confidencial.