Perdida otra vez por los pasillos (Priv.Narcissa Malfoy)

Había salido de la última clase con los hombros encogidos y dando resoplidos, ¿en serio recibiría castigo? Que injusto, no era mi culpa que su clase fuera aburrida y me pusiera a hacer dibujitos parodiando a los profesores. Dentro de dos horas debería ir nuevamente al aula de runas antiguas para escribir tres papiros de cinco runas a elección del abecedario futhark, no tenía ni idea de cuales eran, ya que había más de un abecedario, ¿cierto? Debería buscarlo en la biblioteca.

Comencé a bajar pensando quedarme el tiempo que quedaba ahí, quizás podría escribir alguno de los papiros ahora y luego meterlos en el castigo como contrabando… quizás lo lograba y sería un plan maestro. Pero al llegar a lo más bajo de la escalera me encontré con una cabellera pelirroja, incliné la cabeza con curiosidad y al tratarse de Lily, nuevamente perdida por el castillo, una sonrisa se curvó en mis labios, sonriendo con picardía. Me acerqué por detrás y le tapé los ojos con las manos, carraspeando, queriendo cambiar mi voz a una más masculina —¿Qué hace por aquí perdida, bella señorita?— dije con una voz grave, o algo que intentaba serlo, fingiendo caballerosidad.

Alcé las cejas al escucharla, inclusive parecía temblar, ¿en serio me había creído que era alguien más? Ni que un secuestrador entrara en Hogwarts. Contuve la risa hasta que se deshizo del agarre y me vio, suspirando aliviada. Tuve que sostener mi estomago mientras reía para poder sentirme más cómoda, ya que la risa se alzaba con fuerza y me costaba pararla. Desde que la había conocido había demostrado ser dulce e inocente y este era un acto más que lo demostraba.

Me senté a su lado y le sonreí saludándola en silencio con la mano, siempre era de hacer bromas o adentrarme en problemas, eso era el colmo de, encima, ser prefrecta, muchos ni entendían como podía serlo, pero claro, lograba ocultar todas mis cagadas para que los profesores no me descubrieran. —¿Esperabas a algún chico en especial?— le dije con picardía mientras le devolvía el abrazo con fuerza, me gustaba incomodarla con esos temas también, aunque no siempre lo lograra. Sonreí más extensamente cuando me preguntó qué hacía allí, lo de siempre ¿no? —Pues...un pequeño castigo por demostrar en cuestiones físicas, cuanto me aburre Runas— expliqué con gracia dando a entender que me había quedado dormida en clase —¿Tu que haces? A parte de perderte por el pasillo, claro— dije apoyando mis manos en mi rostro mientras me acomodaba en el escalón de la escalera, de aquellas caracol que no giraban como las otras, sino entraría en problemas, como lo hice una vez en primer año.